Si debiera elegir un objeto que
represente un símbolo de mi estancia Erasmus, cogería mi diccionario
español-francés y francés-español de Larousse. Es un diccionario de bolsillo
muy útil y práctico.
Lo recibí como regalo de parte de mi hermana Anahide. Al
inicio de mi estancia, no lo tenía y cuando oía una palabra desconocida (o
quería saber como se dicen los objetos que veía), debía recordar el sonido (o
el nombre del objeto en francés) y buscar la definición o la traducción una vez
vuelto en mi habitación. Pero a lo largo del día y a
fuerza de hablar con la gente o observar el espacio en el piso, en el tren, en
la universidad, en la calle, o además en el supermercado, no podía recordarme
todas las nuevas palabras.
Después de un
mes y medio en Madrid, volví a Bélgica para llevar otra maleta y despedirme de
mi familia y amigos como es debido. Mi hermana aprovechó mi breve retorno a
Bélgica para regalarme este “manual de supervivencia para estudiante Erasmus”,
según sus palabras. Exageró un poco, es verdad, pero lo que sí es seguro es su
utilidad práctica y pedagógica evidente. Lo llevaba todos los días y todo el
tiempo, incluso durante las fiestas y los viajes.
Además, este
diccionario me demostraba los progresos que hacía durante este año escolar:
cuanto más pasaba el tiempo, menos lo hojeaba.
Ahora estoy
acostumbrado a llevarlo y todavía lo uso aquí, en Bélgica. No hablo más español
en la calle pero sigo observando el mundo que me rodea y mi diccionario
siempre me acompaña para aprender palabras nuevas en la medida de lo posible.
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